martes, 8 de septiembre de 2009

horchata azul.

Apareces con tu séquito de lindos querubines
que te anuncian con estrépito al son de los clarines,
Te asisten veinte pajes al bajar la escalinata,
en la cara maquillaje, en la boca una patata,
Tu perfil es armonía y tu cutis es tan terso
que sería una osadía describirlo en cuatro versos
Tu sonrisa se prodiga tan profusa y diligente
que no puede haber quien diga que te falte un solo diente
Y son los peatones
un ejército de sórdidos peones
que viven en cavernas
y tienen pelos en las piernas.
Arrastran sus despojos
bajo el peso de millares de piojos.
Y echando espumarajos, descalzos,
van pisando renacuajos.
Si matasen las miradas estarías detenida,
en el trullo encarcelada para el resto de tu vida,
Cabeceas y te apartas las melenas con firmeza.
Ten cuidado, no te partas el pescuezo en una de esas,
Mientras todos trabajamos para no morir de hambre,
tú no cierras ni las manos pa que no te dé un calambre,
Consigues más que nadie y mucho más deprisa
pues desbrozas el camino a mandobles con la Visa,
Y en esas periferias
hay zombies anegados en miserias
que avanzan como hormigas
buscando por el suelo alguna miga.
Y sufren el acoso
de microbios asquerosos.
Y mueren consumidos
en un catre barato y deslucido.
Tu maromo, hasta el bigote se embadurna de gomina.
Prometió llevarte a un cóctel, presentarte gente fina.
Pensará que ya estás clueca, rezará para que no hables:
“Vámonos de aquí, muñeca, ojalá fueras hinchable”

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